Bruñido

Todavía en crudo pero en dureza de cuero, se trabaja la pieza con un ágata, obteniéndose una superficie suave y brillante natural sin necesidad de añadir ningún esmalte. Las piezas bruñidas deben manejarse con extremo cuidado hasta su cocción definitiva porque cualquier golpe o suciedad arruinaría la calidad del acabado.

rakú desnudo

La técnica del rakú desnudo parte de una pieza bruñida y con terra sigillata, bizcochada a 840ºC. A dicha pieza se le aplica una reserva que después se cubre con un esmalte. Esta preparación debe manipularse con sumo cuidado porque se desprende con facilidad. Así preparada la pieza, se mete en un horno de rakú y se sube la temperatura a 840ºC. Alcanzado este punto se saca del horno y se le da aire, para que el esmalte se craquele. Cuando esto sucede, se coloca la pieza sobre serrín, que echará a arder debido al calor de la pieza, y se cubre con una gaceta para ahogar el fuego y que se produzca humo. Este humo entrará por las roturas del esmalte y ahumará la pieza en esas zona, creando una retícula negra. Pasados unos minutos, se destapa la pieza y se le echa agua para que la reserva salte de la pieza, llevándose consigo el esmalte. Tras una cuidadosa limpieza se obtiene una pieza blanca y negra de gran elegancia.

Terra sigillata

Con este nombre nos referimos a una suspensión de las partículas más pequeñas de la arcilla (engobe coloidal). Aplicado en capas finas y frotando suave pero firmemente cada vez se obtiene una superficie extremadamente suave y brillante sin necesidad de esmaltar la pieza.

Su nombre deriva del acabado de las famosas terras sigillatas romanas, aunque ya era usado por los griegos en sus vasijas rojas y negras. Las piezas tienen que ser manipuladas con extremo cuidado hasta su cocción final para evitar dañarlas.